La musa
Melancolía, saca tu dulce pico ya;
no cebes tus ayunos en mis trigos de luz.
Melancolía, basta! Cuál beben tus puñales
la sangre que extrajera mi sanguijuela azul!
César Vallejo
La musa detestaba todo aquello que la entristeciera
La musa buscaba la risa cuando se sentía sola
La musa callaba sus dolores aunque no lo pareciera
La musa cantaba de la nada, alguna melodía loca
La musa gritaba de vez en cuando: ¡Morid hombres, morid!
La musa otra vez lloraba, gemía: ¡Volved a la vida, amor mío!
La musa, entre otras cosas, extrañaba el abrazo caluroso de un hombre sombrío
La musa, pequeña deidad anclada en mis recuerdos, se retorcía en su cama de vaguedades
La musa desfallecía y entonces fueron las voces las que fueron a guardarle
La musa, entrada la noche, desapareció cuando las teteras silbaban y los niños abrazaban a sus padres
La musa partió llena de llanto, vacía de canto.
Carlo enrique.