Allá en la lejanía donde reina la pasión
de los enamorados,
donde tú y yo nos disolvimos
en nuestro paraíso con el calor humano,
y bajos los efectos silenciosos
de los quemantes rayos del amor lozano,
susurramos como flamas inquietas
la nueva travesía de nuestro amor de océano,
alimentando, así, a dos volcanes hirviendo lava,
y el fuego que nos acompañaba con besos, caricias
y sueños, en lo recóndito las llamas fueron
tan románticas como los místicos eslabones
del amor perfecto, así que enlazamos
nuestras almas con el fuego nuevo,
fundiéndonos en lo más profundo
del amor eterno.