Ya sé que cuando llueve mis palabras encogen y me acusas
de que no hablo tu idioma,
que te cuento mi vida y se te llena
las sangre de gerundios,
pues te aclaro
lo que quiero decirte es que no pienses que quiero
suicidarme en domingo,
como mucho
escribiré un poema que de alguna manera signifique
inmolarme un poquito disparándome
metáforas absurdas en la nuca
pero sí reconozco que estoy harto,
que el hablarte supone emborracharme de centímetros cúbicos de estima,
y además utilizo paraguas de color amarillo en las tormentas,
estoy harto de ser el que dispara a los buitres
y acaricia a los lobos,
aspirante de todo y arquitecto de nada,
sofista callejero y delineante
de una clase inferior
con el nombre a la espalda y apellido
de una madre soltera
reconozco
que en más de una ocasión me sorprendiste leyendo a Baudelaire y era domingo,
recorriendo las calles del infierno y dibujando
mariposas suicidas en domingo,
sin embargo
me engañaba a mí mismo y al mirarte de nuevo se llenaban
de letrinas los lunes
y así sigo:
rotulándome trenes en las ingles
y a expensas de que un juez invisible me declare
culpable por haberme atrevido a decirte lo que pienso.