nelida anderson parini

La treta.

Sentada en un rincón en esta plaza

las observo pasar frente a mi vista.

Procuro dibujarlas cuál artista,

captar de cada una su figura.

Pensando en esbozar en unas lineas,

los rasgos que definen su hermosura.

 

Inicio mi trabajo temerosa,

me doy cuenta: me miran con recelo;

hay quien voltea a verme de reojo.

...Camina en dirección a este recinto

mirando fijo, fruncido el entre cejo...

Intento no mostrar mi desconcierto,

las manos sudorosas me delatan.

Pretendo esquivar aquel encuentro

inútil es ya he sido caza:

impele los motivos de mis trazos,

la desconfianza asoma en sus palabras.

Con rápida maniobra me levanto

guardando en el bolsillo la libreta.

Tratando de salvar aquel panfleto.

 

¡Vaya treta el destino me ha plantado!

Contengo unos segundos el aliento,

buscando que mi hablar suene pausado.

Con gestos y mirada acusadora,

los gritos que da esta señora,

detienen el fluir de las palabras.

Late mi corazón ya con disgusto,

ya mis labios espetan el secreto:

(las lineas definidas en dibujo,

no bastan para hacer tanto alboroto).

Trataba de guardar el encanto

captando con mi lápiz la belleza

de aquello que por dote: a las modelos,

por las combinaciones del azar,

de formas varias y de pliegues plenos,

la naturalezaha querido regalar.

 

Le digo que las causas de su enojo,

no intento siquiera comprender.

Dibujo lo que veo y en la obra

con mis lineas lo hago aparecer.

Le explico que las hay chatas y gordas,

estilizadas, altivas y encorvadas.

Pequeñas, grandes y hasta encrestadas;

vírgenes, modestas y algunas violentadas.

Las hay humildes otras más presuntuosas,

morenas, pálidas, secas y pegajosas.

Firmes, compactas y hasta las hay fofas.

 

Me mira y en su rostro blanquecino

parece asomarse la verguenza.

Empieza a tornarse de colores, 

apenada intenta escabullirse.

Al fin lo comprendió: pues la belleza

así como se muestra entre las flores

se aloja en ti y en mí... en nuestras narices,

 se presenta.