Se puede aprender a amar,
se puede aprender a odiar,
pero... ¿se podrá olvidar?
¡Ni caminando en el mar!
Yo tuve un amor lejano,
no de tiempo, de distancia,
pero sentía su fragancia,
la tomaba de la mano.
Podía percibir su aliento,
percibía su presencia,
y hoy su cruel indiferencia
me borró en su pensamiento.
Mas quiero en primera instancia
afirmar que no es culpable,
aunque de forma palpable
la culpable es la distancia.
Cuántos vamos por el mundo
sonriendo aunque sea por fuera,
aunque dentro, en lo profundo,
una pena nos lascera.
Cuántos tomamos camino
sin encontrar el olvido,
por aquel amor perdido
que nos negara el destino.
20/08/2011.