Tu lindo rostro me indíca que no
Mi intuición me corrigue que sí
Dandole infinitas vueltas al asunto
Que no sobren respuestas y de más conjúros
Mi sed agóvia mis más crédulos pensamientos
Y como una madre por su hijo
Yo defiendo tu inocencia, y decido
Seguir acostada sobre tus afilados cuchillos
Tus escusas indebidas se cuelgan en mi cuello
Me deprivan al manifestar todo lo que siento
Con mis alas hechas de papel, empiezo mi vuelo
Todo lo que me dañas es lo que yo no veo