Cuantas veces, y tú sin saberlo;
tus labios yo he besado,
y muchas veces llegue a tenerlos,
sin tu haberlo deseado.
Cuantas veces me negaste,
la dicha inmensa de besarlos…,
y así nunca disfrutaste,
cuando yo llegue a probarlos.
Cuantas veces prisioneros,
en tu boca los besos ardientes,
fueron ellos los primeros,
en hacer sentir lo que tú no sientes.
Cuantas veces, en tu afán de negarlos,
mis sueños te lo robaron;
y nunca pudiste disfrutarlo,
porque nunca regresaron.
Cuantas veces altiva y orgullosa,
tus besos niegas a quien los quiere,
Y tal vez así te mueres,
por quien tus sueños destroza.
Cuantas veces, y otras más…,
en mi sueños te he besado,
y aunque tus labios no me das…,
ya su miel la he probado.