Carlos Fernando

Si ahora comenzaras a creer...

 

Ni tú mismo puedes entenderte

mejor de lo que yo te entiendo.

Porque antes yo caminé dejando

las huellas sobre las cuales

ahora pisas tú. 

 

Porque yo sentí el agobio

del mismo sol que ahora

se desploma sobre tus hombros

y los fatiga.

 

Porque sé de tus noches

de insomnio porque yo las viví por ti

años atrás para que se convirtieran

en una profecía para tu vida que

te advirtiera del peligro, no para que

fuera sentencia inexorable sobre tu vida.

 

Porque yo mismo los viví,

no lo conocí de oídas.

 

Cada recodo del camino, cada cuesta,

cada sima, cada páramo desolado

lo caminé por ti,

para que tú no padecieras el mismo oprobio,

y traté de decírtelo de tantas formas

y tonos de voz, y con tantos ejemplos como pude.

 

Pero no quisiste oír. 

Tu orgullo y tu rencor contra todo,

fue más fuerte que la prudencia y hete aquí.

 

Yo, duermo tranquilo pensando que

Dios te guarda porque Él

me lo ha prometido y yo le creo,

porque antes, así lo hizo conmigo.

 

Pero tú, ahora conoces el rigor

que se esconde tras la dura tarea

de hacerse hombre

cuando se sube la cuesta sin la provisión

de una buena vara en la cual apoyarte,

ni una alforja para guardar tu pan,

ni un odre para el aceite,

con el cual curarte los ampollados pies,

ni las quemaduras de la piel.

 

¡Oh, si ahora comenzaras a creer!...