No hay razón en el derecho de pedir una disculpa,
en la razón del hombre, la mujer es siempre culpa.
Una mujer es siempre amor y es engañadora,
es la flecha que penetra a un corazón que llora.
Dije mucho hoy quizás, o quizás no dije nada.
La que corta el amor es palabra y no espada.
Así, si no te perdonan no te sentirás tan mal
si al fin por un engaño, la herida no es fatal.
Si no sabes donde estar, póngase en mi papel,
aprende entonces mi amor, a morirte por ser fiel.
Moriré y tú dirás: quizás murio por sus culpas,
besarás mi frente fría y me pedirás disculpas.
LEOM KOLMNELA