Me besaste y te fuiste, tu gran voluntad no fue,
rimaste mis lágrimas, construiste un poema.
Pero no reconociste en tu vida el por qué,
no supiste explicar, algo más de este dilema.
Me besaste y sentí, lo que siente un amante,
no fue el calor normal de un beso perturbado.
Fue solo una hoja de cristal, que se pareció a un diamante,
ya que no era un hombre, sino un niño enamorado.
Me dejaste sin aliento, me besaste y te fuiste,
no dejaste más en mí, lo que necesita el humano.
Pero te lo agradezco, me quitaste la hora triste,
y llevaste fuera de mí, todo lo que me hace daño.
Me besaste y te fuiste, esta vez sin regreso,
hablando con tu silencio, que se enfocaba en el mío.
Y Dios también hablaba, y no estaba satisfecho,
así sufría el mundo, el dolor de este trío.
Me besaste en la frente, donde no besa un amante,
Me besaste en la boca derritiendo a mí ser
Me besaste y creí que yo era un infante
Que de eso beso tuyo también podía crecer
Me besaste y te fuiste, me sentí un niño tierno
Me besaste y sentí derritiéndose a mi pluma
Me besaste y sentí que me fui para infierno
Me besaste I sentí que llevaste a mi fortuna
Me besaste sin quererlo quizás queriendo tanto
Me besaste en el olvido de una profunda mirada
No es para proteger ni tu risa ni mi llanto
Ni yo para ser amado ni tú para ser amada
Me besaste y después, sin rastros desapareciste
Me besaste y yo siempre aquel momento confieso
Me besaste y no es porque me dejaste tanto triste
Es porque no lo creía que el hombre vive por un beso.
LEOM KOLMNELA