Ahora me quedo eclipsado
en esta noche mía;
con las luces de las farolas,
de esta, mi ciudad desierta.
Miro con tristeza
este cielo sin estrellas,
ocultas por el resplandor
de esta avallasadora ciudad.
Perdida entre brumas
se adivina el rostro
de una desorientada luna,
enjaulada, en este enjambre de hormigón.
Muy al fondo distingo
la silueta verde
de mi elegante parque; jardín
de mis amores y desventuras.
Atrapado en mi ensueño
de un paraíso idílico,
refugio de mi alma perdida
en esta nebulosa ciudad.
Por el asfalto de las calles
discurren vehículos veloces
con la prisa de lo fugaz,
alarido de lo efímero.
Suena alguna algarabía
de jóvenes noctámbulos
que rompen el silencio
de esta noche mía.
Ya raya el alba
que anuncia un nuevo día;
comienza a despertar
esta mi ciudad dormida.