Sale cada mañana
entre calle y calle deambula
en una ciudad desnuda
desquisiada por el tiempo,
con una cruz a cuestas
y con el sueño de llevar pan a la casa.
Sus notas salen murmurando
nostàlgicos sueños,
corren como rìos de agua cristalina
y llegan a oidos sordos,
y chocan con los muros
y estallan
y gritan
sin escuchar nada.
Con el manto de la noche,
marcha,
vuelan sus sueños,
viene la calma.
A veces escucha
el tintineo de bronce y estaño
y el organillero rie
¡Y el organillo Canta!
Y vagabundea por las calles viejas
de luz y de escoria,
de grises baldosas.
de muros,
de tiempo...
de gloriosa historia.