El sol que irradia su ténue luz divina
ya va envolviendo de vida y de colores,
en la alborada de música pristína
de mil placeres, caricias y rumores.
Todo es belleza, frescura y alegría;
los verdes prados, los pájaros cantores
unen sus notas en mágica armonía,
al bello influjo de ríos y de flores.
Y ante el hechizo que envuelve la natura
...sublime acento, rubor de melodía...
al corazòn preñado de amargura
no lo seduce tan dulce compañía
-¿Por qué está triste el alma que ama tanto,
mientras contempla del bosque su hermosura?-
-¿Por qué no trueca la risa por su llanto?-,
parece el viento decirme con premura.
Y entre sollozos, desdicha y desventura
yo le respondo cercano al paróxismo:
-mi amor se ha ido, no tengo su ternura,
mi amor no vuelve y lloro de mí mismo.
Héctor Figueroa Toruño
hondureño