Desmentir, de eso se trata:
no soy genio ni maestro,
por eso aquí les demuestro
mi filosofía barata.
Ayer hablé con mi mismo:
basta de melancolía,
será mejor que me ría,
y dije “chau pesimismo”.
Me paré frente al espejo
y al ver la cara arrugada
me nació una carcajada
ante esa imagen de viejo.
Entonces miré mis cosas,
aquellas que están conmigo,
las que no son un castigo
ni serán fragantes rosas.
El suspiro de una estrella,
un pedacito de cielo,
la foto de mi desvelo
con la ternura tan de ella.
Poemas por todos lados,
mediocres, malos, horribles,
pero son todos queribles
y así están clasificados.
Y me tentó de la risa
una media con agujero,
un gorrión en el alero
peleando contra la brisa.
Mi amante desinflada,
pelusas por todas partes,
un libro de don Descartes
que nunca abrí, para nada.
Una heladera con poco,
casi nada relevante:
esto sí que es preocupante
con hambre, me vengo loco.
Me arrancó una sonrisa
escribir de esta manera,
la rima no es pa’cualquiera…
Y yo voy por la cornisa.
Me reí de lo que soy
y también de lo que fui,
¿El mañana?... por ahí,
sólo le sonrío al “hoy”.
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