Fuiste tu Ramón López Velarde
el que describe la catedral
de la bizarra capital,
en una alegre y esplendorosa tarde.
Nos cuentas también de una campana
que al tañerla su nitidez no escapa
aunque lamentas que no la escuche el Papa
es la mayor, bella y ufana.
El milagro se hizo, cual rocío
llegó el Papa de la lejana Roma
a escucharla tranquilo, en la mañana.
Juan Pablo segundo ¡oh Dios mío!
su figura bendita ya se asoma
y bendice a su grey ¡Zacatecana!