Hoy… tuve la caricia de tus ojos,
tus pestañas, eran mariposas y abanicos
Hoy… tuve el masaje de tus besos que relajaron mi alma hasta dormirla, hoy… he sentido el universo de almohada, las nubes…eran sabanas que me cubrían, las estrellas, castañuela tocando por balerías, mientras tu cuerpo bailaba, un te amo, sobre el mío,
hoy… me sentí, de amor, lleno, rebosante, el hombre, más feliz.
Te acercaste a mí, me abrazaste con suavidad, sentí el calor de tu cuerpo, era como una hoguera que encendía mis carnes, ardía mi piel, era algo inexplicable, ¿Cómo explicar tal sensación? ¿A caso se puede narrar tal cual se siente? no se…es difícil, muy difícil.
Pasaste tus brazos por mi cuello, me mordisqueaste la oreja izquierda, una y otra vez, se me erizaba la piel, mi erección fue en aumento, mi virilidad parecía querer romper sus ataduras y escapar de su prisión, tu mano, bajo despacio por mi vientre, demasiado despacio, por fin llego para liberar al prisionero, que salto de alegría al verse libre.
Estábamos desnudos, había, tal silencio en la evitación, que tan solo es escuchaba nuestra respiración, y una musiquilla que se escuchaba, débilmente desde el exterior.
Caímos sobre la cama convertidos en un solo cuerpo, mis deseos buscaron los tuyos penetrando hasta lo más profundo, de aquel volcán
de donde salía la lava de la felicidad,
entonces abrimos nuestras alas,
y volamos, y volamos,
cruzando todos los horizontes para llegar juntos,
al más bello paraíso nunca descubierto
hasta ese momento,
Habíamos descubierto un nuevo paraíso.
Autor Joaquín Méndez. 17/08/11.
Reservados todos los derechos.