Déjame que te envíe
un ramito de dulces besos
y un suave abrazo con ritmo
de olas de mar inquieto.
Déjame que te envíe
palabras envueltas en silencio
para que tú las abras y goces
del sabor de esos salados verbos.
Déjame que bajito le hable
a la ondas de mi mar tranquilo,
que acoger quiere mis palabras
y, cómplice, llevarlas contigo.
Déjame que en pez me transforme
y acompañe a las olas en su viaje
hasta llegar a tu vera, allá lejos,
cuando mi mar ya sea el tuyo.
Déjame que te envíe
silencios cargados de palabras
que navegarán por un mar que ríe
para abrir con ellas los silencios.
3 de septiembre de 2009
Pau Fleta