Serán estos los últimos versos que me inspiras,
formando un fiel poema que nunca lo diré
gritando lo que siento cuando tú me miras
en silencio nuevamente que te amo y te amaré.
Ya no te dedicaré lágrimas ni canciones,
ni siquiera suspiros colmados de agonía,
pero te nombraré en todas mis oraciones
evitando así caer, otra vez en la ironía.
En la acrimonia de sentir lo que nunca debió ser,
como ahora mi deseo inexplicable por tus labios
lejanos, imposibles y de mi corazón mercenarios
envueltos en la belleza y en tu don de ser mujer.
Hoy empieza mi reto de olvidarte
y borrar lo que en este poema digo,
y si en mi alma aún siento amarte
mataré este tierno amor prohibido.
Serás al fin mi pertinaz castigo
en mi realidad y mi sueño
porque no puedo ser tu dueño,
porque no puedo estar contigo.
Mi condena es amarte demasiado;
mi perdón, tus labios que he besado.
Ahora, tan sólo un trémulo recuerdo nos ampara
junta nuestras miradas en lo infinito de mi memoria
dando existencia a la maldita razón que nos separa
y matándome cada vez que confieso esta historia.
J.N.Q.