“Los cielos cantan los gritos de dios”
Y la tierra gime el dolor humano
Los cielos azules visten su luz
La tierra café y verde de envidia
Maldice el cielo azul.
El cielo guarda las esperanzas perdidas del humano
La tierra alberga inquilinos desalmados
Como humo,
Efímeros y nauseabundos destruyendo el mundo.
En un principio, en una cama gemía el dulce comienzo
De la creación…
Después la misma cama albergo dicha creación,
Guardando el color de la ilusión,
El verbo se hizo hombre y fue cuando empezó la destrucción.
Fueron siete días el proceso de creación
Ahora son siglos de ignorancia y maldición…
Oh Señor, tu misericordioso,
Que nos has hecho a imagen y semejanza
Gracias por darnos el don de la poesía
Pues qué sería la vida sin los versos de alegrías,
De utopías, ilusiones y fantasías,
Y las canciones de amor?
Tal vez la música no tendría razón
Sin los versos del corazón.
Y el hombre que haría entonces, con el amargo néctar del fracaso,
Que producen los pétalos del engaño,
Del embuste y la traición,
De la mentira y su maldición,
Y como cicuta bebido causan muerte, destrucción y desolación.
No habría pues antídoto alguno, ni esperanzas de salvación
Ni podrían sanarse jamás aquellas huellas
Si no existiese un poco de música de miel ilusión
Esa miel que llevan los versos del corazón,
Versos que no comprende la razón
Versos que calman toda depresión,
Versos que restauran lo que ha hecho destrucción,
Versos antídotos que sanan el alma con plena satisfacción.
Eso amigos míos es la poesía,
Una linda travesía,
Placer de dioses con sentimientos mortales
de esperanzas, ilusiones y fantasías,
Sublime nos dará la vida eterna sin esfuerzo
Y cerca, muy cerca del Señor, reposaran para siempre aquellos versos.