A orillas de un largo camino
como un gran vigilante,
te ves elegante y fino
acompañando caminantes.
Eres un gran celador
en ese inmenso espacio
brindando tu sombra mejor
a quien detenga sus pasos.
Eres un árbol solitario
a orillas del sendero
por donde pasan a diario
los cansados los viajeros.
Oh alegre compañero
das todo al que nada te dio,
mientras más te veo, mas te quiero
Porque veo en ti, al mismo Dios.
Alejandro J. Díaz Valero