Madre,
ahora todo ha cambiado
y aquel niño que hiciera el diluvio navegable
hoy se ahoga en los charcos,
vive de baratijas y reside en un claustro
donde nada sucede
lo que ignoras
es que el sur se ha erigido en traficante de sueños
y en las cárceles reinan los profetas,
que los ricos
se declaran marxistas y los ácratas
aman a Blancanieves
lo que tú me contabas
no es verdad,
hoy no existen andamios donde hablar de utopías
ni fondean los barcos con peces en la boca,
hay gentes
que no hacen el amor,
se hacen un lighting
y los perros se mueren de la misma agonía que sus dueños
y no creas
que te cuento estas cosas porque intento
redimirme a mí mismo,
soy culpable de todas mis sandeces y me sé un visionario
cargado de recelos
lo que quiero decirte es que las calles han cambiado de nombre
y ahora huelen a sexo,
que las ruinas de ayer hoy son alcázares,
que un adulto es un niño con la voz desgastada
por lluvias torrenciales
y se dice la misa en los mercados de abastos
cuando estabas aquí era la tarde muy larga y las mujeres
preñaban al invierno,
cuando estabas aquí las mariposas tenían
yacimientos de azúcar y se decían poemas
al sol de medianoche
ahora nadie se ocupa de poner en las tumbas crisantemos
y se reza a los muertos con guitarras eléctricas,
ahora, madre,
es pecado morirse de repente y no es legal
subirse a un acueducto
ya lo ves, hace un siglo
que he vencido tu edad pero tú sigues
muy viva en mis poemas.