La máquina del tiempo se ha encendido
y vuelvo a recorrer los callejones,
plagados de besos y latidos
que me hacen recordar viejos amores.
Recuerdo aquella noche en el establo,
lo oscuro calándonos los huesos
tiñéndolos de negro color diablo
y nosotros blanqueándolos a besos.
Lentamente el amor se fue asomando,
lo vi aparecer por un portillo.
Pequeño, desnudo y sollozando,
su orfandad cargando en un hatillo;
como quien juega y un tanto despistado
corrió hasta nosotros el chiquillo.
Tratamos de escapar de aquel niñito
de pasitos de ángel asustato,
ojos de luna, carita de melón azucarado.
Más de astucias y mañas infinito
el pequeño se sienta a nuestro lado.
Palpitan corazones con la fuerza
de fieros animales encelados.
Los sentidos adormecen la cabeza
nocturno amanecer desenfrenado.
...el niño nos contempla emocionado...
En piel se tornan nuestra ropas
la danza del amor ha comenzado.
Susurro de grillos y cigarras
de rítmico zumbar acompasado.
...el niño sonriente emocionado...
La lluvia de caricias recrudece...
Su humedad presente en cualquier lado...
¡Al fin el pensamento silenciado!
Abriendo los sentidos al momento
tomamos del amor lo más sagrado.
El chiquillo mirada refurgente
entrega su candor en un atado.
Se acerca aún más... nos mira frente a frente.
Su aliento en nuestros rostros se ha posado.
Su cálido abrazo nos seduce dejando al sentimiento enamorado.
Desconfiados zafamos presurosos, es inútil ...su magia ha ganado.