Me miró:
Del suelo nacieron manos
que me ataron a la tierra.
En mis venas ya no corría sangre;
mi corazón bombeaba café amargo.
Mis brazos tenían ramas,
el sol tiñó de verde mi pelo
y de mi boca brotaba clorofila.
La miré con la fruta que salía de mis ojos.
Palpé su rostro vegetal
con mis espinas
y comprendí su ser:
Siempre fuimos iguales.