Ojos que enredan el meditar de un ángel,
caminos cerrados al amor de mi Dios.
¿Qué será de sus pasos aguerridos,
si nunca hubo amor para su ser?
Recostado en perjuicios su reflexión comienza,
no hay vida posible, en tan cruda verdad.
Su pulso se altera y corre una lágrima.
Ya no habrá hambre ni frío en el Edén,
Duermete pequeño angelito, victima del dolor
Duerme ya que la vida, no te supo apreciar.
Yo seguiré mi camino y juro nunca olvidar
que a mi lado hay niños, que nadie ha de acunar.