Entonces te das cuenta, eres letra, toda tú eres letra. Te ha invadido por completo. Te desahoga y te ata, te aleja de la vida práctica, te vuelve torpe en ella. Te gusta estar tú, tú y las letras, tú sola, te sientes en calma. Lo que parecía sanarte antes ahora te martiriza y lo que creías que eras se desvanece dejando paso a lo que te has convertido, y el paso de los días apenas te deja darte cuenta. Controvertida, rara, excéntrica, bohemia, eso dicen. Tú más bien piensas en términos como depresiva, rehén y adicta. Es la espiral de la mente, tú por dentro eres toda guión y efectos especiales, cámara, luces y efectos. El backstage es tu hogar. Dejas la vida pasar, ves la película, pero no participas en ella, y cada vez te cuesta más llevarte bien con los actores, les repudias, te vuelves torpe en las relaciones, huyes la vida práctica, te escondes, y sigues en la espiral de disconformidad y agobio, un día, otro, otro...