Tu amor era barco a la deriva
golpeado por la fuerza del oleaje,
por eso quedaste tan cautiva
cuando te di mi amoroso anclaje.
Soplé el mástil de tus sueños
dejando esperanzas en tu popa
y un manojo de luceros
con viento de amor que los arropa.
Tu brújula perdió su norte
de manera brusca y repentina,
y el andar sola, sin consorte,
era para ti tortura China.
Por eso hoy veo tu felicidad
resplandeciendo de mil maravillas
deja ya del mar su inmensidad
y quédate anclada en mi orilla.
Ya no navegues más
siéntate a mirar el horizonte
y así cada nuevo día lo veras
que será distinto desde entonces.
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