Quiero estar preparado
para cuando
no fluya más la sangre
por mis venas,
retornando al corazón
para volver
a sustentar la vida
al fluir por las arterias.
Quiero estar preparado
para cuando mi cara
y ms manos blancas
como blanca cera
le testifique a todos
que el espíritu huyó,
que el alma se fue,
que ya no soy.
Sea que me incineren,
sea que me entierren,
ya no estaré ahí
para enterarme.
Aunque no falte
el romántico que quiera
asistir a sus propias exequias,
es imposible
porque los muertos
nada saben ni entienden.
Ni tienen más asuntos
pendientes en la tierra,
qué tratar. Lo dijo Salomón,
el sabio rey quien
recibió poder y riqueza
y saber de DIOS.
No es morir lo que pretendo,
amo la vida. Ni es un amor
enfermizo por la muerte
lo que me inspira, es simplemente
saber que está ahí, y no le temo,
como antes le temí.
Y ya no me importa
si me mira a través
de sus cuencas vacías
de calavera, o si blande
su guadaña amenazante
batiéndola cerca de mi cara,
o su empolvado negro tul,
quiere despeinarme
los cabellos dejándome
trozos de éste enredado
en mis canas,
y en las arrugas de la frente.
Es poder sentir la honda
victoria de plantarse
con firmeza frente a frente
a tu opresor y tu enemigo
y saber que no le temes
como antaño.
Es poder sentir
que lo has vencido
día a día con cada amanecer
y en cada tarde
al paso de los años,
y si viene a buscarte ¿Qué?
Quizá pueda arrebatarte
lo que carcomerá
la carroña, pero el alma
finalmente huirá
del Seol tan temido.
Y volará de vuelta con El Padre.
Decirle al fin a la muerte
como el apóstol dijo:
"dónde está oh muerte
tu aguijón, dónde
oh sepulcro tu victoria"
Es tener finalmente
la certeza que no se pierde
todo con la asfixia,
cuando el último suspiro
exhala el moribundo y
el soplo del espíritu
que le hizo un ser viviente
de su nariz escapa,
y vuelve a DIOS que lo dio.
Es saber que el acta
del decreto que me era
contraria, ha sido revocada
por la Gracia, y la Misericordia
de Mi Padre,
Quien me estrechará
en sus brazos cuando vuelva
a su regazo, y cambie mis ropajes
desgastados, por blanco y fino lino,
y unja mi cabeza con aceite,
y ese aceite descienda
por mi rostro mezclado
con mi llanto, testimonio a la vez
de mi vergüenza y de mi asombro,
de mi gozo, de mi gratitud
y del inmenso amor
que por Mi Padre tengo,
y que hablarán por mí,
pues por cierto tengo,
que en ese instante eterno
cuando le mire cara a cara
al fin, de mi garganta no podré
emitir sonido alguno,
sino quedará sustituido
por un gemir parecido
al que emití al nacer
en esta tierra.
Y un segundo después
de ese momento eterno,
danzará mi alma jubilosa,
libre al fin del yugo
del cuerpo corrupto,
vestido con uno incorruptible.
Danzando como David,
en la Presencia de Mi DIOS,
Mi Pastor, quien me apacienta
ahora y guarda mi alma.
¡Qué puede entonces hoy
la muerte amedrentarme!
¿Y el dolor? ¿El miedo
al sufrimiento? ¿Al cómo
y al cuándo? ¡Qué me importa!
YAHWEH lo tiene todo
en sus manos, y no
me dará mayor carga
de la que yo pueda llevar.
Y si así fuera, Él estará ahí
para llevar el sobrante,
y alentarme a seguir
hasta que expire a esta vida
y entre en la venidera,
que siendo olivo silvestre
he sido injertado al buen olivo,
y viviré por siempre. Que YAHWEH
El DIOS de Israel, El DIOS
de Abraham, de Isaac y de Jacob,
no es un dios de muertos,
Sino ELOHIM de vivos.