En nombre de las llamas
Llama un extraño
Zambullido en las sombras
Terrible certeza en su proceder
Ladra su mano en la madera
Y en la otra la estrella fulgurante
Se hace añicos el silencio
Que antes cubrió la noche
Y juzgado bajo miles miradas
Hurgando cada hendidura
De sus ropas y de su misma alma
Las tropas lo apresan inmisericordes
Con la autoridad única e inequívoca
Que solo la mentira puede dar
Gritos e insultos violan el silencio
Nuestro derecho al silencio
Cae el hombre y su verdad
Bajo el peso del polvo y el fuego
A las catacumbas infinitas
Del olvido y las ruinas
Consecuencia trágica y amarga
De un dedo en la oscuridad
Que decían los sabios era la luz
De este mundo y el siguiente
Poseídos por un orgullo ciego
Abrumadoramente ciego
Autoproclaman su designio
Planeado y divino
Consabido, creído a pie juntillas
Ignorando a voluntad
Que solo esto somos
Hijos de la casualidad.