DESCONOZCO SU AUTOR
Ven a mí, sin miedo,
con los párpados cerrados.
No quiero que adivines,
antes de tiempo,
en que parte de tu cuerpo
depositaré mis manos
y mi boca.
Como antorcha de fuego
te iré encendiendo,
siguiendo el entramado
de tu piel y de tu vello.
Sí, ven a mí,
hagamos del amor
hoy un juego,
una trampa perfecta.
Ataré tus muñecas
para que no puedas acariciarme
cuando estalles de pasión,
con puros destellos,
muy dentro.
Déjame hacerte travesuras,
desnudarme frente a ti
sin que puedas mirarme,
luego me sentaré,
muy despacio,
sentirás mis manos
rodeando tu cadera,
el calor de mi sexo
quemándote por completo
y, sin poder sujetarme,
sentirás sobre ti
mi apasionado movimiento
Hasta que fluya, niña,…
fluya, como elixir de nieve,
derramándome sobre tu cuerpo…
Después,
agotado,
sin esfuerzo,
empapado de sudor
y de la esencia de una dios griega,
sentirás el frescor de mis labios,
de mi boca,
como refugio manso, de entrega,
que acoge, dulcemente,
a su ama y dueña.