Para.
Escuha.
Siente.
No necesitas tus lentes cuadradas,
ni tu jersey a rayas.
Desnuda el alma.
Siéntate el borde del precipicio y grita.
Salta,despliega tus alas y sí,vuela.
No mires al suelo,atrás quedan las hormigas que se retuercen
en su rutina gris.
Lejos dejas miradas de hielo,
que se derriten a tu paso.
Todos los de allá abajo te miran,te miran.
pero tú no puedes verlos,el cielo es el límite.
Luego ellos callarán y continuarán su fúnebre marcha,
pero tú encediste todas las farolas de la ciudad,
creaste un arcoiris,tú prendiste la llama y quemaste la bandera.
Todavía quedan el rastro de las hogueras,el rastro de tu paso.
Pero solo en los ojos de quien se atrevió a mirar.