Hay días en que muero y muero
y no necesito el aire,
se me va escurriendo la vida
detrás del árbol,
de los sueños rotos.
La piedra de sus recuerdos
golpea fuerte en mi pecho,
me vuelve a abrir la herida
y sangran de nuevos,
mis convenios.
Bajo la mata de higo
no hay sombras, ni desaires,
tampoco hay una luna
donde ocultar mis pesares.
Se me acaba la vida
entre preguntas, sin repuestas
y sin espinas la rosa
dejan a la flor que perezca.
Un mar sin tormentas
es como cielo sin estrellas,
y un amor sin dolencias,
es como leer,
un buen libro
sin letras.