A lo lejos, muy a lo lejos,
tocan los tambores
en un cristal de reflejos;
allí te lanzo un tejo
como muestra de cortejo.
En la distancia que nos separa
bailan en el salón las mascaras
la sinfonía que yo deseara;
y sueño que me hablaras,
y que en esta yedra me enredaras.
Te mueves como un ángel
por tierra, mar y aire;
y llegas hasta tú vergel
donde veo tú donaire
camuflado en un socaire.
Todo desde el principio
fue un pacto de cortesía;
en un cielo limpio
te escondes tras la celosía,
y oyes, esta, mi poesía