Un archipiélago de ropa tirada por ahí,
debido a la prisa y el ansia de juntarse.
Yacemos paralelos con los resuellos entretejidos,
disueltos entre sábanas arrugadas como mar picado
e igual de húmedas.
es el interludio entre actos amatorios.
Aunque me halle exhausto oleré tus ojos,
miraré tu tibieza, beberé de tu piel lampiña,
pintada transparente en brillo sudoroso.
Esa calma satisfecha,
impregnado en la plenitud de tu feminidad.
Esa paz después de los espasmos en serie,
sin dar media vuelta ni separarse.
Sin quererse rendir al sueño,
admirando tu ser, esperando por mas.
De tanto andar, mi mano
se ha convertido en tu otro amante.
Dedos de atrevimiento retoman el camino,
sabidos de mapas y rutas
Se cuelan, con brisa en las huellas
con pasitos delicados, golpes silentes.
La marea vuelve a llenarse,
el deseo sube a la rama donde penden alegrías
del encuentro de una curvatura y otra.
Se retoma la labor, el arado, la cabalgadura.
El impulso natural, a veces visto como derecho y deber,
piel con piel, cuando el cansancio ya se olvidó.