Envuélveme tus labios para llevar
con la luz tenue de un cuarto
sólo para dos.
Confíame tus manos,
cúbrelas con la cobija de las mías,
que bailen juntas
hasta que caigan sus hojas y saquen raíces.
Llena con palabras el vaso de mi poesía.
Escríbeme,
bórrame,
corrígeme.
Conviértete en golondrina de tinta
y corta mis pies con un verso.