La curiosidad de un cuerpo se hace urgente.
Y ansioso el deseo de caricias de su piel.
Que con tan solo observarle sus ojos causan furor.
Y crece como semilla el deseo de la flor.
En ese momento aparece la dicha del legado amoroso.
Y abre una puerta que ha sido sellada.
De momento la curiosidad se hace aliada de una tristeza
Obsesionada en un doloroso corazón frustrado.
Se encoge el alma aclamando con urgencia la pasión.
Que se convierte en la simplicidad de dos cuerpos.
Cuerpos que urgen que termine un ayuno infame,
Del cual seca las caricias de su piel.
De ese modo dejan de nacer muertos helados,
Llevando consigo una tempestad de excitación.
Entonces su callada tristeza es convertida
en una ruidosa alegría que enrójese su gran corazón.