¿Quién te alumbró en las orillas
del río Guadalquivir?
¿Fue la luna con sus besos,
en una noche de Abril?
¿O los ángeles del cielo,
que tejieron un tapiz
de monumentos, de historia
y lo colgaron allí?
Yo no sé quién te ha pintado
de ese suave carmesí,
que se dibuja en tus torres
y te hace a ti sonreir…
¿Fue el Sol quien con su fuego,
te ha manchado de Carmín?
Tienes cara de gitana
y tu sonrisa es feliz…
y tu cuerpo huele a rosas,
a claveles y jazmín,
que explosionan en tus patios
con canciones de aguas mil.
Y tus calles son las cuerdas
de ese viejo violín,
que compone melodías
con acento magrebí.
En tus plazas y tus parques
tú destacas tu perfil,
de naranjas y limones,
con atractivo febril,
que cautiva y enamora
con hechizos de elixir.
Son tus ojos de azabache
los que quieren descubrir
tus orígenes… tu cuna…
¿Fue romana o berberí?
Tus cabellos palmas de oro,
que al viento le dicen “sí”…
y éste los besa y abraza
con amor y frenesí,
arrancando de tus rejas
los perfumes de alhelís,
que escondidos se despiertan
con salmodias de almuecín.
Sevilla, mi amor, Sevilla,
tienes nombre femenil…
Este poeta hoy se atreve,
enamorado de ti,
a cantarte este romance,
como un leve balbucir
y decirte… que te quiero
y te adoro hasta morir.
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