Melba Reyes A.

Con el mar en mis ojos

 

 

 No llores, me dijiste,
mientras el ocaso declinaba en ocres,
no llores porque por más lágrimas que derrames
no se elevará el nivel del mar
ni los ríos aumentarán su caudal.
Es preciso asimilar
que siempre habrá
bifurcaciones y líneas paralelas ,
que tú eres una estrella y yo un  sol
pero no eres mi estrella ni yo tu sol.
Te recuerdo,
continuaste,
reclinada sobre el barandal
viendo los peces saltar: tenías mirada de pez,
y yo, pez rojo, me subyugué
con el azul translúcido
que envolvía tu figura.
Deja que escampe la lluvia,
no permitas que el mar se meta en tus ojos,
mañana, tal vez, esto sea una pesadilla
de la que despiertes libre, como yo te imagino
surcando los océanos abrigada por los vientos.

 

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