Ana Maria Delgado
SONRISAS EN LA MADRUGADA
Cuando el sol majestuosodesde su amplio y cálido lechocontempla hipnotizadoal cielo gobernado por la luna enamorada,en medio de la secuaz y complaciente soledadque vela paciente nuestro añorado y merecido encuentro,permitimos que nos atrape la enigmática luz de los luceros,para que con firme trazodibuje las formas armónicas de nuestros cuerpos. En silencio, temblorosos,unimos nuestros labios,lentamente bebemos sin treguael tentador brebaje del placer,saboreamos el deseo,alimentamos el creciente fuego,nuestras pieles húmedas ardeny se consumen nuestros pensamientos. En delirio se fusionannuestras lágrimas de ausencia,y se ahogan en ellas, para siemprenuestras dolores y tristezas,nos abandonamos en los brazos del vientoy libres …. volamos alto,hasta posarnos en el suave filo de la lunay a media luz, enamorados,respiramos sin miedo,cerramos los ojos, nos desvanecemos,aparecemos juntos en nuestros sueñosy al despertarsolo basta estirar la mano y alcanzarnos. Tu voz excitadase enclava con fuerza en mi piel,ardiente recorre mi cuerpoy se liberan de élmiles de brillantes palomas nacaradasque se agitan con graciaa nuestro alrededor...su luz nos enceguece…nos perdemos, renacemos… se juntan dos extremos,principio y final,verano e inviernotu … sol ardiente ….yo romántica luna,somos dos ángeles sin sombras,escuchamos nuestros latidos,estamos vivos. POR: ANA MARIA DELGADO P.