No encuentro la forma
de volver a suspirar,
ni siquiera tengo ganas
de intentarlo una vez más.
Es momento de los brazos bajar,
sentir que sólo esto hay
y disfrutar de la soledad.
Acurrucarme en la oscuridad
dejando al tiempo pasar,
esperando llegue el final
que no me deje despertar.
Y en ese eterno sueño
engañar al dulce deseo
que no me deja continuar.
El adiós en la eternidad
a un alma cansada de ser
paria de esta realidad.