En esta suave noche plomiza tu sonrisa es tan preciosa y dulce/ y la luna es testigo. Un beso tuyo, del recóndito de mi soledad salvo mi alma ya sin fe, de la profunda soledad/ y la luna es testigo. Tu sombra y la mía, se confunden bajo la tibieza del anochecer/ y la luna es testigo. Las olas de tu amor, en el eterno vaivén, borran en mí las heridas de la vida, como se borran las huellan en la arena/ y la luna es testigo. ¿Será acaso amor, que la luna tomo parte en esto y te vio llenando mi pecho con aquel vaivén eterno? Que tu siendo dueña del calor en los inviernos de mi vida, tomaste mi alma y la acobijaste en tu pecho? Lo sé amor, lo sé, siento que me amas…/ y la luna es testigo.
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