Inmensa la luz que emanas,
ardorosa como reflejos de plata.
Flotante en el lecho claro.
Inmenso el calor de tu fuente,
manteniendo el invierno a raya.
Flor ebullente que se ofrece a ser rota,
llevada de lo común a mas allá.
Recibiendo los embates incesantes
del amante devenido en ola.
Se mostrará ávida de vida.
Con sus manos arrugando sábanas,
apartando ropa.
Merecedora de las líricas ofrendadas
por éste simple catador de tus sabores.
Mi pudor será borrado
por tus movimientos y tus brasas
Tu pozo enturbiaré inundado de encuentros,
en ritual privado invocaré los sudores del clímax.
Atrevido, insurrecto, desvariante.
Adornado mi sexo de tu sexo inclemente,
sin remedio atado a tu proximidad,
deliro con caricias, una tras otra.
Me agarro en desespero de tu aliento
y ya puedo tocar tu fondo, lugar de secretos.
Alzada en la hora indicada de la noche,
Mujer, verte encendida es venerarte.
Soy doblegado ante tu poder y te pido:
Aliméntame del pan de tus deseos.