La pluma cae de entre las llama del fuego ardiente mente frio y las nevadas queman nuestra piel de manera que miramos cielos rojos de llamas y enfurecidos de tempestad porque tiráis las piedras escondidos del mal frente a las verdaderas sombras de los que fornican nuestra patria y prostituyen nuestra bandera.
No podemos llamarlos realmente chilenos, a los que se hacen llamar chilenos, porque sus manos manchadas de sangren toman las calles y dañan con la opresión.
El pueblo alza su voz en las calles y detona su espíritu dentro de fornidas barreras que el invasor en nuestra tierra nos transgrede con la lengua maldita de los jueces que no son ciegos.
Perder la dignidad es como perder el yelmo en la batalla. Porque nunca he de caer y nunca e de seguir perdiendo el tiempo en cosas triviales.
Si he de vivir que sea luchando y si he de morir que sea con honor de expulsar a quien oprime mi pueblo.