Cuando la miro mirarme
yo levanto los ojos y sonrío
pero si pudieras asomarte a la sima de mi sonrisa
descubrirías el infierno de Dante.
Sencillamente ella se para ante mí
junta sus tobillos mientras alisa su falda
y me mira.
Y yo miro como me mira
con la mayor estúpida sonrisa del universo
y sigo sonriendo
mientras el plomo derretido me reduce a la nada
y aún continúo sonriendo
cuando me despido con un gesto
y la tarima, el asfalto y la piedra
se abren bajo mis pies.
Ella me mira y yo la miro mirarme
y el dolor de los recuerdos pesa tanto
que aún no entiendo
como no ha pulverizado mi hipócrita sonrisa.