Una vedette con censura
se ve al fondo.
La orquesta da la entrada
a la escalera,
por donde baja la lujuria
vestida de picardía;
de plumas naturales
que lo tapan todo,
sofisticada inocencia
de un teatro de lentejuelas.
Al caer el telón,
los aplausos dan paso
a los tramoyistas.
Una corrala madrileña
sirve de decorado
a una popular zarzuela.,
o acaso a un saínete
de León y Quiroga.
Una fría celda
a Calderón de la Barca
y “La vida es sueño”.
De repente,
mutis por el foro;
en butacas y palcos
vacío y niebla.
En el teatro Princesa,
ya no suena la música
ni voces, ni aplausos,
arden sus candilejas;
como arde en su patio
el mutis de la nostalgia.,
el cuplé y la revista
monólogo de toda Valencia.