A tu desnudez manida e impúdica
que se desarma en una cama sin amor.
A tus piernas cortas y felinas
que trepan espaldas anónimas.
A tu acento misterioso de fulera
(boca que no siente/piel que no ve)
así es tu voz: una nube desangrandose.
A tus senos abiertos y redondos
donde se mecen los ósculos lujuriosos
A tus mejillas que te conservan niña
y con una sonrisa enaltece tus pómulos.
A tu mirada nítida de quemados ojos
que frenan cuando me pesan los párpados
entonces brilla en el aire tu roja mirada
A ti que resbalaste conmigo
en mi piso, en tu techo
tus manos estuvieron levantado mis pies
y tus labios
humedeciendo las secas orillas de mi lánguida alegría.
Cuanto quise encender amor
y calcinarnos ahí
mas sólo pude
inventar una hoguera
donde arrojo mis obsesivas heridas
y tú, destejes el frenesí
sin embargo
en tus brazos
duermo y olvido el desconsuelo
y a la vez crece un niño asustado.