Una vela de parafina, desgastada,
hace juego, con la mesa despintada,
una foto arrugada y mal tomada,
unas pastas, para jaqueca, destapadas.
Una cama, mal tendida y sin limpieza,
hace hueco la cabeza, en la almohada,
de una mísera que reposa una tristeza,
por verse desamparada y engañada.
Las ojeras a la vista, bien marcadas,
no son blancas, ni amarillas, son moradas.
camuflados unos dientes descuidados,
un cabello largo, lacio y desgreñado.
Cinco niños... se arrojan a sus brazos,
pálidos, escuálidos, con signos de fatiga…
para ellos, hay rechazo, no hay abrazos,
hay insultos que hostigan y lapidan.
Del dolor que los aqueja...ninguno es culpable,
ellos no pidieron, los trajeran a este mundo,
son el resultado del sexo irresposable...
por no planificar, con un método seguro.
Hay tantas cosas, de las que no son culpables,
pero la miseria la arrastran, en costales…
no tienen pan, no tienen vino, ni tamales,
viven su vida... ¡cómo parias miserables!
La piel les va forrando el esqueleto,
en sus cuerpos no cabe el sufrimiento,
hay dolor, laceración, sin argumento…
A su estancia no les llega el alimento.
¡No hay bonanza… Ni esperanza…No hay sustento!
¡Lloran los niños la suerte y la desgracia!
de estar sin padre y la madre allí postrada,
derribada en una cama, sin entendimiento.
¿Y qué hace la madre allí postrada?
Está llena de juventud y no hace nada,
por esos hijos, que proclaman en silencio,
un mendrugo de pan y de alimento.
¿Qué harán estos niños en el día de mañana?
Van a engrosar las filas de las armas,
no tuvieron nutrientes, ni alimento para el alma.
Adhieren eslabones y alargan la cadena,
con la que serán atados, el día de la condena.
Van dejando huellas, camino al cementerio,
muchos de ellos, fallecen a destiempo...
no tendrán derecho a una digna sepultura...
¡Ese es el futuro que la vida les augura!
Felina.