-¿Qué hago?
Llorar en el insomnio
llorar aún con amnesia
llorar poemas, con versos infinitos que corren por mis mejillas,
con lágrimas que rimen e inunden tu alma de ausencias, de faltas, de soledades.
Llorar con soledades tan concurrentes,
que soy capaz de organizarlas
por color, olor, sabor…
por sentimiento, ocasión y dolor…
-Abrazo mis ausencias con olvido-
Llorarle a la nostalgia
llorarle a ese poema que te llevo a la cama,
y que ahora, poco recuerda,
llorarle a esas letras que para ti, es amor
llorar porque apenas le importe tu “amor”.
Llorar como las ostras,
si, es que… sus perlas son lágrimas,
llorar perlas hermosas.
Llorar a placer,
llorarle a ella, por que te lleve al mundo entero,
al infierno, al cielo ¿Qué más da?
que sea con ella.
Llorar para llenar el cosmos,
y vaciar mi dolor,
llorar por los malentendidos…
Llevar a la soledad a un bar,
emborracharla y enamorarla
que hasta su presencia en mi vida,
es grata…
Llorar porque en sus ojos vive, muere y renace el fénix
del más puro y sublime amor.
-Llorar en purpura, reír en blanco, vivir en negro y amar multicolor-
Llorar no porque no hay nadie como ella,
sino, porque hay… muchos como tú.
Llorar porque son las 4:30 a.m.
y no puedes dejar de hacerlo.
Pero, ahora.
Sosegar tu llanto,
que a este punto, la oscuridad,
deja de ser la dueña de la noche,
debemos pagar la cuenta del whiskey, vodka y coñac,
y guardar el collar de perlas,
para la próxima ocasión.