Noche brumosa, donde se oye el canto,
de las cigarras, camino en tranquilidad,
solo observando, entre el paso sereno,
del nublado errante en su eterno andar;
se agudiza el sentido del oído, en la paz.
Mientras observo el brillo tenue celeste,
en su fosforescente aparición ocasional,
sombras se encuentran y desaparecen,
a través de los suaves vientos tropicales,
dejando entrever el recorrer peregrino.
Hoy mi corazón desfallecido y silencioso;
busca el consuelo de tus letras, distantes,
queriendo salir del océano atormentado;
luchando en medio del desierto ardiente,
naciendo en medio del sepulcro vetusto.
Buscando en medio de la obscuridad dada,
la farola que guie el paso pesado y triste,
del alma vagabunda, al encuentro deseado,
del piélago escondido, en la tierra tropical,
oteando y observando el rayo consolador.
Pasa el tiempo y la búsqueda sigue no hallo,
el paso adecuado y la mirada se desfallece,
a la vereda maltrecha, a la irritación natura,
y la ceguera persigue aun con la instancia,
de la ilusión hoy perdida, de admirar tu alma.