Déjame decirte que te amo sobre tu boca,
que sientas el suspiro de mi alma,
que vivas lo que mi pecho vive cuando estoy contigo.
Que el fuego que me quema, nos queme.
Permíteme tomarte entre mis brazos,
asegurarte fuerte a mi.
No quiero que te vayas, no quiero que te pierdas.
No quiero abrazar de mi alcoba la fria almohada.
Blasfemia decir que con una sonrisa tuya bastara para amarte,
y que de tu carne y tu sangre quiero embriagarme.
Condenación al fuego eterno y saber que me hundo,
pero sin ti, esa condena se adelanta a este mundo.
Por un día que te tenga, la luna se desvela,
la noche a pernoctar deseando el alba,
y a oscuras mis ojos, te llaman,
te anhelan, te desean y te buscan sin parar.
Déjame que me recueste sobre tu pecho,
que tu respiración me arrulle,
que mi oído escuche tu corazón palpitar
y a tus pulmones respirar,
mientras descanso del día duro, de trabajo constante,
de todo lo que hago, para enamorarte.