DISCURSO DE UN INMORTAL
Siempre veré el tiempo de todos.
Bosques contaminados por el invierno.
Decadentes ramas aceptando lo imprevisto.
Suelos invadidos por un blanco desierto.
Cielo oscuro derrumbándose con exactitud.
Ambiente de sombras volando al olvido.
Sueños desesperados demandando florecer.
Yo no heredé el tiempo.
Como el designio del día y la noche.
O la eterna lucha de perros y gatos.
El cielo y la tierra no fraternizan con mi voluntad.
soy un alma deambulando en su pena.
Navegando con vacilo entre los vivientes.
Visualizando lentamente su ocaso.
De un anciano derramando sus últimas lagrimas.
Terminando sus pasantías en el reino material.
O a quienes prematuramente levantan el ancla al horizonte.
como a una pluma manipulada por las ondas del viento.
Inclemente tiempo que me desligas de lo que amo.
Arrebatando los colores del viento
Dejando no más que melancólicos recuerdos.
En un triste álbum del pensamiento.
Tiempo que me robas lo que conozco.
Desvaneciendo los paisajes de mis memorias.
Estropeando los dulces momentos.
En un lento cuadro de fotografías.
Como el agua deslizándose entre los dedos.
O como querer recordar las veces que late mi cansado corazón.
Quizás mi deseo sea acompañar a las almas turistas.
A ese lugar donde mi presencia no es bienvenida.
Aun merodeo en la tierra de los mortales como mísero castigo.
Destino aceptado por la voluntad de quien me lo encomendó.
Y debo sufrir por el descubrimiento del cálido amor.
Cuando veo perder a quienes pronto serán parte de la nada.
Ellos no volverán una vez que cumplan con su tiempo en la tierra.
Quedando no más que frio en el aire.
Y una pulcra tristeza hecha soledad.
Mas ya no puedo decir
Vagaré por siempre como alma perdida.
Hasta que se haga piedad sobre mí para descansar.
OSWALDO DANIEL AMAYA